El despertar fue una revolución, un cambio drástico en el que cada momento es completo en sí mismo, sin relación con lo que precedió o lo que seguirá, dando paso a un mundo siempre fresco, nuevo y vivo ...
Betty nos cuenta en el presente texto su despertar espontáneo. El interés por su existencia en la Tierra la ha acompañado durante toda su vida hasta su despertar, pero no ha seguido ningún camino espiritual específico, a ningún maestro, ninguna religión o filosofía.
Ella trató de experimentar lo que hay de verdad en lo que leía o que algunas personas le contaban. El despertar fue una revolución, un cambio drástico en el que cada momento es completo en sí mismo, sin relación con lo que precedió o lo que seguirá, dando paso a un mundo siempre vivo y fresco. Betty vive en Quebec y conoce a gente que la vida pone en su camino.
Nota al lector: Este es el primer relato completo del momento en el que Betty rompe con su sistema de pensamiento, la iconografía es específica, no es un sueño, sino una experiencia vivida de forma lúcida.
St Jean sur Richelieu 06 de octubre 2008, el cambio.
Son las cinco de la mañana de un 06 de octubre de 2008. Duermo profundamente en mi apartamento de St Jean sur Richelieu en los suburbios de Montreal, Quebec. Duermo, pero al mismo tiempo, vivo un trastorno monumental. Como de costumbre, y desde mi mas tierna infancia, la forma en la que me despierto se produce en dos etapas. En primer lugar, soy consciente de mi entorno y de mi interior, después le pido a mi cuerpo que despierte y se ponga en marcha. Todo sucede en algunos segundos y paso todas las mañanas por estas dos fases de puesta en marcha según un mecanismo bien engrasado, proceso al que estoy completamente adaptada. Pero esta mañana toda va mal. Mi mecanismo interno no responde, intento tomar conciencia de mi entorno, y despertar a mi cuerpo, pero algo me observa en desde el interior, algo impide que mi cuerpo despierte. Sin embargo, estoy en plena lucidez, lo sé, pero no puedo abrir los ojos, siento una gran incomodidad, como si me ahogase. "¡Eso es!", me dije, "me estoy muriendo, me falta el aire, me dará un ataque al corazón." Estoy a punto de morir, pero no siento ningún pánico, soy capaz de medir la intensidad de lo que está pasando, lo acepto con calma y dejo que ocurra. Me dejo llevar y abandono sin remordimiento todo lo que ha sido mi vida, mi cuerpo, todo lo que era Betty.
El momento en el que me abandono, me encuentro de pie, al lado de mi cama, mirando como sufre mi cuerpo. Tiene convulsiones y me digo, "no puede ser que sufra de esa manera," veo esa cosa que tiembla y sufre junto a mí, pero no lo asimilo, no hay emociones, simplemente miro.
¡Eso es! ¡es muy sencillo! , me estoy muriendo y lo acepto sin pánico, me dejo llevar por la muerte con serenidad, no hay lucha, no hay protesta, nada, solo el observar de una situación. "¡Vamos! Estoy lista ".
La escena cambia abruptamente.
Observo a dos Bettys mirándose frente a la mesa del comedor, una está de pie y la otra sentada.
En resumen: Está mi cuerpo, que está tumbado en la cama y sufrimiento, luego hay un primer yo que observa ese cuerpo y al mismo tiempo observa a los otros dos que están mirándose en el comedor. Somos cuatro interviniendo al mismo tiempo, un yo que juega el rol de pivot y que percibe un cuerpo que sufre, un yo que es todo emoción y un yo que es racional y autoritario, todo dentro de una percepción global, y todo formando parte de mí. No es como si un observador estuviera mirando desde la distancia, no, sino que todo está incluido, al mismo tiempo distinto e identificable.
El ego principal observa al ego emotivo y constata una gran concentración en el dolor, el ego emocional se queja "no puedo estar buscando siempre quien soy y no tener éxito." Muchas lágrimas, y un dolor insoportable. "Estoy sola, nadie se ocupa de mí, la infancia fue difícil para mí, pero he sobrevivido y aun continúa esta prisión a pesar de mi deseo de querer salir, nunca lo consigo! "
El ego racional, de pie junto al emocional, que está al final a la mesa, le apunta con el dedo, y le dice: "¡Cállate, deja de lloriquear, ya basta! " Avanza amenazándolo. Hay exasperación y casi violencia en su voz; ¡es una orden!.
El ego principal observa como se agita el cuerpo dolorosamente y se dice: "Así es, el cuerpo va a morir, no va a soportar esta experiencia " y, curiosamente, no se siente afectado.
El ego emocional está agotado, desesperado, impotente, sin reacción, la elasticidad que le permite volver a la calma se estira al máximo, cerca de la ruptura, esta a punto de perder el control. Está de tal forma aterrorizado por las órdenes dadas por el yo que tengo la sensación de que mi cuerpo disminuye y percibo mi incapacidad para responder.
Ahora mi cuerpo no mide más de seis pulgadas (20 centímetros), no tiene fuerza parece como de gelatina, tirado por el suelo, se golpeó la cara contra el piso de madera. Oigo el sonido del golpe que me doy en la cabeza contra el suelo.
Me rindo, depongo las armas, sabiendo que es el fin, siento que la muerte me invade. Es la segunda sensación de muerte, la primera era únicamente física, esta es emocional. Es la persona la que sufría, la que quería dirigir, la que quería seguir a cualquier precio y que no se dejaba imponer de ninguna forma lo que estaba ocurriendo. Esta es la que tiene contrato con Dios. Al mismo tiempo moría también la niña piadosa, que aspiraba a la paz, la parte intocable, la parte que guardaba de mi misma y que nadie podía alcanzar. Siento que me disuelvo, que es el último aliento de Betty, me doy por vencida por completo y me digo, "es el fin" Me siento fuertemente machacada. Y entonces todo cambia, ya no hay más ego emocional, ni racional, no hay un cuerpo que sufre, sólo la conciencia total.
Entro en la sala de estar, no puedo respirar de alegría y grito: "Yo soy la alegría." Me resulta difícil de contener este maravilloso estado. Miro fuera y me siento el universo, la luz me penetra. Yo soy lo que veo y también el aire que respiro. Camino, soy el movimiento, como este flujo que me atraviesa, no puedo quedarme quieta.
Me doy cuenta de que ya no soy un cuerpo, Ya no soy esta envoltura limitada, mi pequeño cuerpo no puede contener nada de esta energía fenomenal. Es por lo que me muevo, por lo que estoy en movimiento, es demasiado poderosa para que pueda parar, constato que no podría guardar esta energía en el interior de mi cuerpo, todo va a estallar.
Ahora veo a mi cuerpo de unos 30 años, vestido casual en pantalones vaqueros sentada en una silla pequeña de escuela, la cabeza apoyada sobre el lado derecho. Tiene los ojos abiertos, pero sin vida, como los ojos vidriosos de un muerto, tiene menos vida que una planta. Me dirijo a ella, diciendo: "Estoy contenta de verte, de no estar asociada a ti, feliz de no ser responsable de ti. "Me adelanto hacia mi cuerpo y lo toco, siento que está vivo, que funciona, pero ya no estoy asociada con él, lo veo pero no soy yo. Constato que estaba equivocada acerca de mí misma, pensaba que era el cuerpo del que todo parte, cada pensamiento, cada acción, pero eso no era verdad, era un robot que yo programaba de acuerdo a mi pensamientos.
En un segundo, le doy la vuelta a la situación. Soy consciente de mi cuerpo acostado en mi cama que tiembla y sufre, soy consciente de mi ego racional emocional, pero yo no soy eso, el ego primitivo ha surgido y ha evolucionado hasta convertirse en esta basta conciencia, la percepción es directa, ningún pensamiento para clasificarlo todo, y directamente, me parece que no puedo soportar eso y gritó: "¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! "Soy el grito, no soy mi cuerpo aullando de terror, soy el grito en toda su amplitud, en toda su vibración.
Lo que os digo es que soy la voz, soy la totalidad de lo que me rodea, no tengo límites, si dirijo mi conciencia a cualquier cosa, soy esa cosa, estoy unida a todo. Es irreversible, la antigua Betty se ha ido, mi viejo modo de operar ha muerto y yo estoy experimentando algo radicalmente nuevo. A través del grito, el primer mecanismo ha tratado de reanimarlo, pero nada funciona, mi viejo sistema de pensamiento se ha roto para siempre.
Miro de nuevo mi cuerpo sobre la silla, constato que está inerte, que no hace nada por sí mismo y veo cómo la locura nos lleva a la tortura de acuerdo a nuestras alucinaciones, de acuerdo a nuestras construcciones mentales. El cuerpo es neutral, no tiene reparos, no soy un cuerpo, soy el todo y estoy integralmente consciente desde los trescientos sesenta grados de mi nuevo campo de visión.
Camino de nuevo por el salón porque hay movimiento continuo, nada está estable, nada en lo que parar, todo se mueve, todo vibra constantemente. Los muebles han desaparecido, veo las paredes y el techo hecho de una materia esponjosa, azul brillante, de hecho, no veo como usted podría verlo con sus ojos, compruebo y soy yo, y todo esto ocurre de segundo en segundo, como secuencias cortas que nacen y mueren. Soy consciente que no veo de la misma manera. Trato también de hacer hablar al cuerpo, y oigo como un eco, como una voz distorsionada, ininteligible, la visión ha cambiado, el sonido de mi voz no es percibido, ya no soy más el cuerpo, todo es está bien, nada me afecta, no hay pánico a bordo.
Miro las paredes azules que suavemente se desvanecen, la vivienda se ha ido, estoy en otrolugar , inundada de luz, bañada en un suave calor. Tengo ante mí una cadena de montañas y sobre la ladera de una de las montañas veo desfilar en un color suave, como de una acuarela, el holograma de los acontecimientos de mi vida, las imágenes están llenas de vida, son parte mía, pero no me afectan emocionalmente. Me siento unida con el holograma, pero no me siento afectada. Mis sentidos se unen y se convierten en una percepción única. Mis sentidos no están separados, soy el sonido, el color, la forma, nada está limitado, todo es pleno, completo. Camino dulcemente con ligereza, me siento libre y en paz.
Vuelvo a la cama y veo mi cuerpo dormir plácidamente, nada de estrés, nada de dolor. He cambiado y en este nuevo estado, sigo mi experiencia.
Me encuentro en un camino rural y veo una pequeña panadería, es temprano por la mañana. Siento el olor del pan que flota en el aire. Entro en la tienda y veo que hay gente haciendo cola para ser servido. Paso delante de todos y digo: "Yo era la primera" riendo, bromeando.
Me volví y vi a un hombre, el Jesús de mi infancia, una túnica larga, brillantes ojos azules y barba. Sólo veo sus ojos. Su mirada inunda todo el lugar y siento el viejo concepto que habla sobre, todo el amor del mundo, el deseo de la búsqueda del amor infinito. La niña piadosa se siente humilde ante esta fuerza, esta pureza, esta belleza, esta imagen de Dios. Jesús me mira, sonríe y desaparece en silencio en la luz. Siento que con esta partida un ejército de personajes místicos desaparece igualmente de forma definitiva.
Una señora en el mostrador, dijo, "toma tus panes"... me siento avergonzada, siento que le he quitado el sitio a otra persona, ella me dice, "pero esto no es para ti" y me da los panes. Ella me tiende la mano y le doy lo que está en la mía: un corazón de chocolate negro. Miro al exterior, fuera es inmenso y atrayente...
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