martes, 24 de julio de 2018

La Luz del Ser... La realidad es

        Hay un conocer inmediato de todo lo que necesitas conocer, y está espontáneamente presente sin esfuerzo. Es la eliminación de creencias lo que ‘descubre’ la presencia cognoscente innata. Ver está ocurriendo, conocer está ocurriendo. ‘Ver/Conocer’ está ocurriendo espontáneamente.

    Cuando la niebla se despeja, aquello que siempre estuvo aquí es visto claramente. Nada ha ocurrido, salvo que la niebla ha aclarado. Esto se consigue, sin esfuerzo, descansando en la naturaleza verdadera de la mente, que es clara y vacía. Usualmente, instrucciones directas así son rechazadas demasiado rápidamente. Pero recuerda: la duda es sólo un pensamiento.

      Cualquier rechazo a algún ‘señalamiento’, se debe simplemente al apego habitual a una postura mental. ¿Dónde está la fe en lo que es auténtico? Tu naturaleza auténtica es realidad o, podría uno decir, tu naturaleza auténtica está en comunión directa, sin mediaciones, con lo que es real. Es realidad. Si eso implica dualidad, entonces simplemente ve que no hay ninguna dualidad en no-dualidad.
     ¡La realidad es! La mente es simplemente puntos de referencia surgiendo dentro del ámbito de la cognición directa. El punto de referencia llamado ‘yo’ es un personaje fantasma dentro de todos estos puntos de referencia. El ‘yo’ no puede ver, conocer o ser algo separado, con alguna naturaleza independiente.

     Hay únicamente CONOCER inmediato. Ninguna ‘biblioteca’ de auto-conocimiento existe en algún lado. La ‘realización’ de ayer es inútil frente a este momento inmediato. Tratar de ver ‘con los ojos de ayer’ es un ejercicio ilusorio. Pueden surgir muchas cosas que lucen como auto-conocimiento, pero el experimentar inmediato no puede ser sacrificado en absoluto por ninguna descripción. En esencia, es únicamente este inmediato experimentar y nada más. La comprensión permanece silenciosa.

       Al soltar cualquier apego o cualquier concepto, uno encuentra una libertad natural, donde no hay ninguna necesidad de aferrarse o colgarse de nada. ¡Simplemente sé lo que eres!

      Observa a la mente. Ve que tú nunca dejas este momento actual. Ningún instrumento cronológico puede separar este ahora en partes – la separación es sólo un concepto en la mente. En una casa abandonada, un solitario reloj continúa con su tictac en esta inmediatez. ¿Cuánto tiempo ha pasado? El reloj deja de pulsar. ¿Algo ha sucedido? ¿Cambia esta historia realmente algo? Quizás al escuchar esto, algo pueda activarse, algo pueda escurrirse entre la hipnosis de la ilusión; una simple gota de lluvia puede tocar una hoja agostada y reseca y traerle nueva vida.

     Cualquiera sea la razón, has tropezado con este ‘mensaje’. Quédate con él hasta empaparte por completo. Arrojará fruto. Tan sólo ve que el VER presente (conocer) ¡es todo lo que realmente hay! ¿Qué otro ver hay? Los personajes de un sueño no pueden ver.

    Nuestra libertad natural ya está aquí. Es sólo la mente la que necesita limpiarse de creencias erróneas. Muchos pasos parecen tomarse, física o metafísicamente, pero ni uno solo te aparta (o te aleja) realmente de esta PRESENCIA, la cual está aquí y ahora.

     En el espacio de un universo que está más allá de toda medida, una pequeña mota de apariencia denominada ‘humanidad’, dotada de una luz de ‘auto-consciencia’, intenta medir el significado de todo mediante un aparato llamado cerebro. En su arrogancia, imagina que puede controlar a la ‘naturaleza’ y conquistar todo tipo de ‘cosas’. Olvida que hasta algo tan simple como ‘el mal tiempo’ le patea el trasero con frecuencia, y a veces tan duro como para conmover su supuesto ‘poder’. La ‘humanidad’ busca en los cielos otros planetas y otras formas de vida, e ignora la maravilla de lo que está en ‘su propio patio trasero’.

      La ‘humanidad’ es una pequeña onda en un océano infinito. Para el hombre, la consciencia es un misterio porque no puede medirla, o encontrarla como alguna cosa en particular. Permanece claramente obvia COMO todas las cosas, y sin embargo está oculta a la manera de un vasto y sutil ‘portador de onda’, dentro del cual el así llamado ‘individuo’ aparece como un pequeño e insignificante patrón de onda.

    El hombre tiene sus teorías y se aferra a ellas. Con frecuencia las somete a ajustes para contentarse, pero la ironía es que el hombre raras veces es feliz. Discute con sus hermanos sobre casi cualquier cosa, y puede argumentar durante días y semanas enteras, especialmente sobre su propia teoría favorita.

    Tentativamente se une a otros en tribus y naciones y hace política en cada cruce de caminos. Explota los recursos del planeta y hace la guerra por ‘cosas’ abstractas y oscuras, que luego pretende justas y honorables. Invade a otras naciones bajo el manto de la ‘razón’, y luego se pregunta por qué se siente tan mal. Dilapida los recursos financieros de las naciones para sostener conflictos sobre fronteras que no existen, y hace esto no por un corto periodo sino durante un siglo tras otro. Se vierte tanta sangre como para llenar un lago entero, y todo ello se justifica como algo necesario. Tal es el poder de su ‘razón’ – sesgada y limitada, egocéntrica y despreciable. No es ciertamente una conducta admirable, o a la que uno podría aspirar.

      En ningún punto considera que todo es tan sólo una apariencia, y que él mismo no es otra cosa que un fantasma, una idea. ¡Qué mezcla de todo tipo de ‘cosas’ es este hombre! Su verdadera naturaleza es ignorada, prefiriendo un montón de ruido mental y una serie de estados psicológicos, sin tener ninguna idea (del lugar) de donde surgen.

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