Sri Nisargadatta Maharaj
Nada más alejado de las convenciones clásicas de la espiritualidad que todo lo relacionado con la vida de Sri Nisargadatta Maharaj. Nacido en Bombay en 1897, Maharaj llevó hasta los treinta y cinco años la vida ordinaria de un pequeño comerciante indio: trabajo, vida familiar (estuvo casado y tuvo varios hijos) y una atracción por los temas religiosos que lo llevó a discutir con los brahmines y luchar contra las contradicciones dogmáticas que él rechazaba. Así era la rutina de su vida, hasta el encuentro inesperado con Sri Siddharameshwar. Este acontecimiento habría de transformar todo para él. «Usted es la última Realidad, lo Supremo», le dijo su gurú. Esta afirmación proferida con fuego puso para él todo en cuestión. Desde el exterior no se veía en él ningún cambio. Siguió cumpliendo su trabajo diario igual que antes; pero, poco a poco, Maharaj despertó a su verdadera naturaleza. Se unió a la consciencia, después la trascendió y se estableció en lo Absoluto.
Él tomó el nombre de Nisargadatta (de Nisarga: espontáneo, innato, y Datta: presencia) y se preparó una habitación encima de la vivienda de su hijo en una calle pequeña, ruidosa y sucia de Kethwadi, barrio populoso de Bombay, a pocos metros de su puesto de «bidis» (pequeños cigarrillos indios), donde le sustituyó su hijo. Y así permaneció hasta su muerte sobrevenida el 8 de septiembre de 1981. Allí dormía, recibía las visitas y celebraba los bhajans, ritual diario indio tradicional, según la promesa que había hecho a su gurú. La ausencia completa de pose, la espontaneidad de sus palabras basadas en la evidencia de lo que él era, con exclusión de toda referencia a los textos sagrados y de todo dogma, permanece como un ejemplo enteramente excepcional entre los compendios de palabras de los grandes sabios. Gracias a Maurice Frydman, europeo que vivía en la India, Maharaj alcanzó una cierta fama. Frydman publicó en 1973, en lengua inglesa, un total de cien conversaciones entre Maharaj y sus visitantes. Entonces empezaron a afluir allí los buscadores de la verdad, especialmente holandeses y americanos, pero hay que precisar que Maurice Frydman, contrariamente a las conversaciones traducidas en este volumen, retocó las palabras de Maharaj (con su aprobación) para darles una forma más literaria.
Frydman |
Sri Nisargadatta, aunque padecía cáncer de garganta, no quiso cambiar nada en su vida cotidiana, pero algunos días estaba muy débil y hablaba menos. Así pues, hay que tener en cuenta, sobre todo en la segunda parte, los largos silencios que separan las palabras de Maharaj y que, en la lectura pueden dar la impresión de que no guardan relación de continuidad. Para terminar, quiero dar las gracias a Christiane y a Joseph Nauwelaerts, que me han facilitado copias de sus grabaciones y me han animado desde el comienzo en este proyecto de traducción, que había recibido la aprobación de Maharaj mismo.
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