martes, 24 de julio de 2018

La Luz del Ser... La realidad es

        Hay un conocer inmediato de todo lo que necesitas conocer, y está espontáneamente presente sin esfuerzo. Es la eliminación de creencias lo que ‘descubre’ la presencia cognoscente innata. Ver está ocurriendo, conocer está ocurriendo. ‘Ver/Conocer’ está ocurriendo espontáneamente.

    Cuando la niebla se despeja, aquello que siempre estuvo aquí es visto claramente. Nada ha ocurrido, salvo que la niebla ha aclarado. Esto se consigue, sin esfuerzo, descansando en la naturaleza verdadera de la mente, que es clara y vacía. Usualmente, instrucciones directas así son rechazadas demasiado rápidamente. Pero recuerda: la duda es sólo un pensamiento.

      Cualquier rechazo a algún ‘señalamiento’, se debe simplemente al apego habitual a una postura mental. ¿Dónde está la fe en lo que es auténtico? Tu naturaleza auténtica es realidad o, podría uno decir, tu naturaleza auténtica está en comunión directa, sin mediaciones, con lo que es real. Es realidad. Si eso implica dualidad, entonces simplemente ve que no hay ninguna dualidad en no-dualidad.
     ¡La realidad es! La mente es simplemente puntos de referencia surgiendo dentro del ámbito de la cognición directa. El punto de referencia llamado ‘yo’ es un personaje fantasma dentro de todos estos puntos de referencia. El ‘yo’ no puede ver, conocer o ser algo separado, con alguna naturaleza independiente.

     Hay únicamente CONOCER inmediato. Ninguna ‘biblioteca’ de auto-conocimiento existe en algún lado. La ‘realización’ de ayer es inútil frente a este momento inmediato. Tratar de ver ‘con los ojos de ayer’ es un ejercicio ilusorio. Pueden surgir muchas cosas que lucen como auto-conocimiento, pero el experimentar inmediato no puede ser sacrificado en absoluto por ninguna descripción. En esencia, es únicamente este inmediato experimentar y nada más. La comprensión permanece silenciosa.

       Al soltar cualquier apego o cualquier concepto, uno encuentra una libertad natural, donde no hay ninguna necesidad de aferrarse o colgarse de nada. ¡Simplemente sé lo que eres!

      Observa a la mente. Ve que tú nunca dejas este momento actual. Ningún instrumento cronológico puede separar este ahora en partes – la separación es sólo un concepto en la mente. En una casa abandonada, un solitario reloj continúa con su tictac en esta inmediatez. ¿Cuánto tiempo ha pasado? El reloj deja de pulsar. ¿Algo ha sucedido? ¿Cambia esta historia realmente algo? Quizás al escuchar esto, algo pueda activarse, algo pueda escurrirse entre la hipnosis de la ilusión; una simple gota de lluvia puede tocar una hoja agostada y reseca y traerle nueva vida.

     Cualquiera sea la razón, has tropezado con este ‘mensaje’. Quédate con él hasta empaparte por completo. Arrojará fruto. Tan sólo ve que el VER presente (conocer) ¡es todo lo que realmente hay! ¿Qué otro ver hay? Los personajes de un sueño no pueden ver.

    Nuestra libertad natural ya está aquí. Es sólo la mente la que necesita limpiarse de creencias erróneas. Muchos pasos parecen tomarse, física o metafísicamente, pero ni uno solo te aparta (o te aleja) realmente de esta PRESENCIA, la cual está aquí y ahora.

     En el espacio de un universo que está más allá de toda medida, una pequeña mota de apariencia denominada ‘humanidad’, dotada de una luz de ‘auto-consciencia’, intenta medir el significado de todo mediante un aparato llamado cerebro. En su arrogancia, imagina que puede controlar a la ‘naturaleza’ y conquistar todo tipo de ‘cosas’. Olvida que hasta algo tan simple como ‘el mal tiempo’ le patea el trasero con frecuencia, y a veces tan duro como para conmover su supuesto ‘poder’. La ‘humanidad’ busca en los cielos otros planetas y otras formas de vida, e ignora la maravilla de lo que está en ‘su propio patio trasero’.

      La ‘humanidad’ es una pequeña onda en un océano infinito. Para el hombre, la consciencia es un misterio porque no puede medirla, o encontrarla como alguna cosa en particular. Permanece claramente obvia COMO todas las cosas, y sin embargo está oculta a la manera de un vasto y sutil ‘portador de onda’, dentro del cual el así llamado ‘individuo’ aparece como un pequeño e insignificante patrón de onda.

    El hombre tiene sus teorías y se aferra a ellas. Con frecuencia las somete a ajustes para contentarse, pero la ironía es que el hombre raras veces es feliz. Discute con sus hermanos sobre casi cualquier cosa, y puede argumentar durante días y semanas enteras, especialmente sobre su propia teoría favorita.

    Tentativamente se une a otros en tribus y naciones y hace política en cada cruce de caminos. Explota los recursos del planeta y hace la guerra por ‘cosas’ abstractas y oscuras, que luego pretende justas y honorables. Invade a otras naciones bajo el manto de la ‘razón’, y luego se pregunta por qué se siente tan mal. Dilapida los recursos financieros de las naciones para sostener conflictos sobre fronteras que no existen, y hace esto no por un corto periodo sino durante un siglo tras otro. Se vierte tanta sangre como para llenar un lago entero, y todo ello se justifica como algo necesario. Tal es el poder de su ‘razón’ – sesgada y limitada, egocéntrica y despreciable. No es ciertamente una conducta admirable, o a la que uno podría aspirar.

      En ningún punto considera que todo es tan sólo una apariencia, y que él mismo no es otra cosa que un fantasma, una idea. ¡Qué mezcla de todo tipo de ‘cosas’ es este hombre! Su verdadera naturaleza es ignorada, prefiriendo un montón de ruido mental y una serie de estados psicológicos, sin tener ninguna idea (del lugar) de donde surgen.

jueves, 19 de julio de 2018

La Luz del Ser... Encontrándote, aquí

           El LARGO camino a ‘ninguna parte’ es el drama del buscador. Es sólo eso, un camino a ninguna parte. La proyectada liberación está siempre en alguna parte, más adelante en el ‘tiempo’. El propio movimiento de tratar de alcanzarla es la actividad misma que ciega al buscador. (Lo ciega) con oscurecimientos al hecho inmediato de la presencia-consciencia auto-cognoscente auto-liberada ahora, y todo reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza ocurre en ESTA inmediatez, que nunca se desvía de AHORA. No importa lo que es, fue o será. Todo ocurre en este ahora, ahora mismo – no hay ningún otro momento.

      No-dualidad está más allá de tiempo y mente. Algunas de las expresiones de no-dualidad están obviamente pareciendo ‘causar’ que reflexiones sobre las creencias. Ésta es la utilidad de tales expresiones. La CREENCIA no es NUNCA lo REAL.

      Lo que tú eres no está EN una mente o EN un cuerpo. El cuerpo y la mente APARECEN en lo que tú eres. Tú no puedes conocer LO QUE eres ni negar que ERES. Quédate con lo que es absolutamente inmutable y ve que lo cambiante se revela naturalmente como lo cambiante. Lo revelado no es algo que tú esperes o para lo que tengas una etiqueta. El futuro es desconocido. La mente no puede ‘agarrar’ la consciencia ni manipularla. Hay simplemente la actividad de CONOCER. No hay NINGÚN ‘conocedor’.

      El misterio permanece como tal hasta el momento del reconocimiento. TÚ, como una supuesta entidad separada, no puedes HACER que el reconocimiento ocurra. Todo ‘tratar de lograrlo’ es mantenerlo ‘oculto’, pese a que es obvio y auto-evidente todo el ‘tiempo’.

      El final de la búsqueda infructuosa de la verdadera identidad de uno puede aparecer en cualquier momento, porque tu verdadera naturaleza no es otra que la VIDA misma. Sin vida no hay nada.
El dolor en el cuerpo es una señal de que algo necesita de alguna atención. La mente traduce el dolor en una historia sobre un personaje central, ficticio, y es esta historia la que va acumulándose como experiencia insoportable e ineludible – una historia – que se agrega al dolor factual. Habitualmente, el dolor es bastante soportable si se deja como tal en la inmediatez. Si es demasiado para el cuerpo, éste se vuelve inconsciente. Es así como el cuerpo lidia con el dolor excesivo.

      Por otro lado, todo dolor psicológico no es otra cosa que la mente resistiéndose a LO QUE ES – ‘yo no quiero esto’. El ‘yo’ es resistencia a ‘lo que es’. Eso es lo que el ‘yo’ es – una historia de resistencia.

      Como dispositivo mecánico, la idea de ‘yo’ funciona bastante bien en circunstancias cotidianas prácticas. Sin embargo, cuando las cosas van adonde el ‘yo’ no quiere que vayan, la resistencia se dispara y enciende su modo auto-destructivo, y todo el infierno se desata. Y todo esto… ¿qué es? Es energía en conflicto con energía – el ‘yo’ es la creencia de que ‘tengo el control’, y cuando la evidencia revela cualquier cosa contraria a esa creencia, aparece como una desesperación, como ‘algo’ que desespera por recuperar su imaginario ‘control’ nuevamente.

      Una nueva creencia – la de que este ‘yo’ está atrapado en un patrón cíclico – no va a ser de ayuda. Cualquier creencia simplemente perpetúa la historia de ‘yo’. Una genuina y sincera exploración de lo que está teniendo lugar, y de ‘a quién’ le está ocurriendo todo esto, puede producir una sorprendente apertura. Ahora bien, yo puedo describir qué ocurrió conmigo, pero ello sólo será más información de segunda mano. Básicamente, hay un claro VER que yo no soy ninguna de estas ‘cosas’ que tomaba por mí mismo. Soy, tan sólo, la simplicidad del VER desnudo.

      Algunos dicen: ‘Quédate con esa impresión de presencia’. La expresión ‘quédate con…’ implica tiempo y esfuerzo. ¿Y qué tal si la expresión significara, de hecho, ‘relájate y no hagas nada’, ni siquiera tomes en cuenta al tiempo. ‘Quédate con esa impresión de presencia’ significaría, entonces, que tú ERES ESO. ¿Y no es precisamente eso lo que Gran Mahavakya (‘ESO es lo que tú ERES’ o ‘YO SOY ESO’) significa?

      El lenguaje mismo parece introducir el tiempo. Pero considera lo siguiente: ¿Hay algún objeto en el pasado? ¿Dónde está el pasado? ¿Qué pasado hay, si no piensas en ello? ¿Qué futuro hay, si no piensas en ello? ¿Qué presente hay, si no piensas en ello? El tiempo es sólo conceptualización, que está ocurriendo AHORA MISMO.

    Tú no puedes SALIR de esta presencia que llamamos AHORA. No hay NINGÚN OTRO momento que este ‘AHORA’. Con claridad, la palabra ‘tiempo’ pierde su aparente significado.

    La consciencia desnuda no es un objeto en el patrón espacio/ temporal. Todo, sin una sola excepción, es una apariencia ‘sobre’ esta vigilia desnuda, y no es otra cosa que esta vigilia desnuda. Todo aquello que produzca un genuino interés en lo que está teniendo lugar, realmente, es completamente válido. Algunos de ‘nosotros’ creíamos estar atascados en ese ciclo repetitivo de viejos hábitos, que parecen ser tan fuertes. Algunos parecen precisar de una buena sacudida (una sacudida a esa creencia de ser ‘alguien’ atascado) para que esa visión se debilite. Todo lo que se necesita es echar una buena mirada al ‘asunto’ – una mirada fresca y no-conceptual (VER puro). Dejar de lado las viejas visiones, opiniones y creencias.

     Todo es obvio, pero el hábito es ‘mirar’ desde la perspectiva de las viejas creencias (mente es tiempo). Las viejas creencias enmascaran la realidad.

      Si realmente VES lo que se está señalando, entonces las cosas serán vistas instantáneamente a la (nueva) luz de la inmediatez. La ‘jaula de la creencia’ está hecha de pensamientos, ideas, conceptos y creencias. En el instante que uno realmente mira las cosas tal como son, una natural ‘espaciosidad’ aparece. Estaba siempre presente, pero ignorada. Una impresión de re-descubrimiento aparece.

     En la apariencia de espacio y tiempo, hubo un ‘tiempo’ en que creía ser una ‘persona’ separada. Sé ahora (y ‘ahora’ es todo lo que hay), que la ‘persona’ no existe, salvo como una idea y sus sensaciones asociadas.

      Directa e inmediatamente, te digo que ni una sola de tus historias sobre ti mismo como un ‘yo’ es verdadera. Todo pensamiento viene y va. Las creencias erróneas se desechan naturalmente, a medida que son ‘vistas a través’. Es justo como cuando la creencia en un espejismo de agua se descarta, una vez visto como espejismo. Naturalmente, tú no sigues creyendo que puedes beber el agua de un espejismo, o mojarte los pies en ella.

      La imagen del ‘yo’ es como un espejismo – es una imagen psicológica que ha ido acumulándose año tras año. Está hecha básicamente de palabras e impresiones, y todas las palabras son de la memoria (pasado). Una imagen no puede hacer nada. La imagen de ‘yo’ es un punto de referencia supuesto (o creído), que no tiene ninguna sustancia ni independencia de la actividad de CONOCER. La actividad de conocer no es una ‘entidad’. La esclavitud del ‘yo’ es simplemente la creencia de que esta ‘ego-imagen’ puede ver, oír y conocer – pero una imagen no puede hacer nada en absoluto. Tal como la imagen de la portada de este libro – ella no puede hacer nada. Es una imagen.

miércoles, 18 de julio de 2018

La Luz del Ser

Gilbert  Schultz

“El libro de Gilbert es como una flecha que
atraviesa todas las creencias que tienes
sobre ti, dejándote sin ningún lugar
adonde ir, salvo de vuelta a aquel que nunca
dejaste: consciencia presente.” 

– Mark Callahan –
Dublín Oct 2010

                   Prólogo 

      En dos palabras, el mensaje de la No-Dualidad es, a un tiempo, simple y elegante: “La Realidad es No-Dual, es decir, carece de toda división”. No existen líneas divisorias en lo Real. Toda división o separación es únicamente conceptual. La línea del ecuador no ‘corta’ efectivamente a la Tierra en dos hemisferios. El ser humano no está efectivamente separado de su entorno mediante una bolsa de piel. La Tierra no está efectivamente separada del Sol, ni éste de la Vía Láctea, ni ésta de otras galaxias, ni éstas de… ad infinitum.

      Como puede apreciarse, la No-Dualidad puede ser definida o resumida de una manera muy breve. Pero ¿significa esto que si entendemos las palabras hemos entendido el ‘mensaje’ de la No-Dualidad? Porque si es así, entonces saldría sobrando, en primer lugar, este libro, y con él todos los demás libros escritos o por escribir sobre la No-Dualidad. ¿Por qué habríamos de necesitarlo entonces, cuando es tan desconcertantemente fácil comprender ‘intelectualmente’ lo que la No-Dualidad es?… ¡Pues porque ‘comprenderlo’ intelectualmente equivale a no comprenderlo en absoluto! Para ilustrar esto, imagínese que usted, por un motivo u otro, jamás condujo una bicicleta. Entonces viene alguien y le describe cómo se conduce una bicicleta. Y esa descripción puede o no ser exhaustiva. En cualquier caso, concluido el recuento de posibles instrucciones o descripciones, usted no se habrá acercado ni un ápice a la experiencia real de conducir una bicicleta. Todo lo que usted tendrá será un montón de instrucciones y descripciones inútiles.
   
 La dificultad típica del estudiante de No-Dualidad es que éste puede en todo momento darse cuenta que el maestro tiene algo que él desea, pero sólo puede comprender muy poco de lo que el maestro está enseñando. Y ese poco que el estudiante puede comprender llena de miedo su corazón. Las palabras del maestro serán eficaces si y sólo si logran atravesar esa espesa malla de resistencias al ‘mensaje’ por parte del estudiante. Es decir, si esas palabras ‘resuenan’ en su corazón. El intelecto es impotente para ‘comprender’ de verdad. La pericia de un verdadero maestro estriba precisamente en su talento para atravesar la espesa malla de creencias y resistencias (incluido ese ‘miedo en el corazón’) por parte del estudiante. Dice Mark Callahan a propósito del libro que el lector tiene entre manos: “El libro de Gilbert es como una flecha que atraviesa todas las creencias que tienes sobre ti, dejándote sin ningún lugar adonde ir, salvo de vuelta a aquel que nunca dejaste: consciencia presente.”

     El ‘lugar’ desde donde se emite el mensaje es el mismo que el lugar donde éste se recibe: consciencia presente. El milagro de la ‘resonancia en el corazón’ se produce si y sólo si el estudiante está sinceramente dispuesto a dejarse atravesar por las palabras del maestro. ¿Está usted dispuesto? 

                     Introducción

         No-dualidad significa uno sin segundo. No puede haber ninguna dualidad en no-dualidad.
La apariencia es aparente separación. No obstante, es sólo una esencia expresándose a sí misma como toda la diversidad que llamamos ‘fenómenos’ – la apariencia.

         Dado que existes como la existencia misma, debes ser entonces ese uno sin segundo.
CONOCER es todo lo que está ocurriendo.

        Conocer es una actividad – energía. Esta actividad de conocer es todo lo que hay. No hay nada fuera de esta actividad de conocer.

          No hay nada dentro de esta actividad de conocer.

      No hay ningún dentro ni ningún fuera – porque este uno, sin un segundo, nunca puede ser dividido. Es realidad. Hay sólo una realidad.

martes, 17 de julio de 2018

Yo no sabía!... Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj

                                                                 
Sri Nisargadatta Maharaj

         Nada más alejado de las convenciones clásicas de la espiritualidad que todo lo relacionado con la vida de Sri Nisargadatta Maharaj. Nacido en Bombay en 1897, Maharaj llevó hasta los treinta y cinco años la vida ordinaria de un pequeño comerciante indio: trabajo, vida familiar (estuvo casado y tuvo varios hijos) y una atracción por los temas religiosos que lo llevó a discutir con los brahmines y luchar contra las contradicciones dogmáticas que él rechazaba. Así era la rutina de su vida, hasta el encuentro inesperado con Sri Siddharameshwar. Este acontecimiento habría de transformar todo para él. «Usted es la última Realidad, lo Supremo», le dijo su gurú. Esta afirmación proferida con fuego puso para él todo en cuestión. Desde el exterior no se veía en él ningún cambio. Siguió cumpliendo su trabajo diario igual que antes; pero, poco a poco, Maharaj despertó a su verdadera naturaleza. Se unió a la consciencia, después la trascendió y se estableció en lo Absoluto. 

     Él tomó el nombre de Nisargadatta (de Nisarga: espontáneo, innato, y Datta: presencia) y se preparó una habitación encima de la vivienda de su hijo en una calle pequeña, ruidosa y sucia de Kethwadi, barrio populoso de Bombay, a pocos metros de su puesto de «bidis» (pequeños cigarrillos indios), donde le sustituyó su hijo. Y así permaneció hasta su muerte sobrevenida el 8 de septiembre de 1981. Allí dormía, recibía las visitas y celebraba los bhajans, ritual diario indio tradicional, según la promesa que había hecho a su gurú. La ausencia completa de pose, la espontaneidad de sus palabras basadas en la evidencia de lo que él era, con exclusión de toda referencia a los textos sagrados y de todo dogma, permanece como un ejemplo enteramente excepcional entre los compendios de palabras de los grandes sabios. Gracias a Maurice Frydman, europeo que vivía en la India, Maharaj alcanzó una cierta fama. Frydman publicó en 1973, en lengua inglesa, un total de cien conversaciones entre Maharaj y sus visitantes. Entonces empezaron a afluir allí los buscadores de la verdad, especialmente holandeses y americanos, pero hay que precisar que Maurice Frydman, contrariamente a las conversaciones traducidas en este volumen, retocó las palabras de Maharaj (con su aprobación) para darles una forma más literaria. 
     
Frydman
 Frydman contribuyó con ello a facilitar a los occidentales, ya familiarizados con las exposiciones de Ramana Maharshi o de Krishnamurti, el acceso a la no-dualidad tal como la vivía Maharaj. Pero es bueno que podamos disponer ahora del lenguaje directo y preciso, a veces rudo, que evita la jerga de la espiritualidad, propio de Maharaj, lenguaje que parece ser la forma más incisiva que pueda tomar la verdad. Esta obra consta de dos partes. La primera, son dieciséis conversaciones que tuvieron lugar entre 1978 y principios de 1980, donde se exponen los puntos esenciales de la enseñanza de Maharaj. En la segunda figuran los momentos más importantes de mi propio encuentro con el Sat-gurú, entre el 25 de Octubre y el 15 de Noviembre de 1980. En esta traducción me he esforzado sobre todo en restituir el carácter simple y recio de las palabras de Maharaj. Creo necesario precisar el carácter fulgurante de las respuestas de Maharaj, que brotaban de él con una gran intensidad, a veces antes de que el intérprete hubiese terminado de traducir la pregunta del visitante. La mayoría de éstos se expresaban en un inglés aproximativo, lo que explica las repeticiones. Hay que tener también en cuenta el cambio de interlocutor en la discusión de una misma pregunta.

       Sri Nisargadatta, aunque padecía cáncer de garganta, no quiso cambiar nada en su vida cotidiana, pero algunos días estaba muy débil y hablaba menos. Así pues, hay que tener en cuenta, sobre todo en la segunda parte, los largos silencios que separan las palabras de Maharaj y que, en la lectura pueden dar la impresión de que no guardan relación de continuidad. Para terminar, quiero dar las gracias a Christiane y a Joseph Nauwelaerts, que me han facilitado copias de sus grabaciones y me han animado desde el comienzo en este proyecto de traducción, que había recibido la aprobación de Maharaj mismo.

lunes, 16 de julio de 2018

La Realidad

Robert Adams

         La Realidad Absoluta es el cuarto estado de consciencia.

     Está el dormir, el sueño, y el estado de vigilia. Esa es una limitación para nosotros. Pero hay un cuarto estado, que es llamado por muchos nombres; la realidad absoluta, la conciencia pura, el nirvana, el vacío, muchos otros nombres…

     La mayoría de las personas nunca llegan a ese estado en esta vida, porque no lo conocen. Están satisfechos con el dormir, la vigilia y el sueño.

     Hay personas que tienen miedo de ir a otro estado porque creen que tienen que renunciar a algo. Piensan que van a perder algo si experimentan otro estado de consciencia. En realidad, no pierdes nada. El cuarto estado es simplemente consciencia expandida.

     Imagina que estás mirando a través del ojo de una cerradura y todo lo que puedes ver a través del ojo de la cerradura es a alguien que es asesinado por otra persona. Ves a un hombre matar a una mujer a través del ojo de la cerradura, y todos tus conceptos giran en torno a eso. Así es como vemos el mundo, a través del ojo de una cerradura. Vemos una parte de la imagen.

     Pero digamos que abres la puerta en vez de mirar por el ojo de la cerradura. Podrías mirar hacia la izquierda, y ver tal vez en una vida anterior a la mujer matando al hombre. Es a la inversa. Ahora, en esta vida el hombre está matando a la mujer, y entenderías lo que está pasando. De ahí irías hacia adelante.

     Podrías mirar a la derecha y ver que los dos están juntos de nuevo, riendo y pasando un buen rato, y te darías cuenta de que nadie ha matado y nadie ha muerto. Es todo un juego. Podrías ver el cuadro completo. Pero mientras estés mirando sólo a través del ojo de la cerradura vas a tener una visión limitada de las cosas y harás juicios parciales.

     Es por esto que se nos dice que no juzguemos, porque sólo tenemos una imagen limitada. Cada cosa que ves en tu vida, la estás mirando a través del ojo de una cerradura. Cuando despiertas, la puerta se abre. Eso es todo. Entonces comprendes por qué todo está sucediendo, y de dónde viene. Esta es la razón por la cual los sabios permanecen tan tranquilos y nunca reaccionan ante nada. No es porque no les importe. Ellos ven la imagen completa. La puerta se ha abierto para ellos. Y luego ven la imagen final, y se ríen de todo el juego. Porque nadie ha perdido nada y nadie ha ganado nada. La mayoría de la gente reacciona a todo lo que oyen, ven, huelen, tocan y gustan. Siempre están enojados, siempre están enfadados porque no están consiguiendo lo que quieren. Esto es mirar a través del ojo de la cerradura.

     Cuando comienzas a ir hacia adentro, cuanto te tomas tiempo para olvidarte un poco del mundo, y comienzas a preguntarte, “¿De dónde viene el mundo?” y empiezas a investigar dentro de ti mismo, “¿De dónde viene mi mundo? ¿Cómo se originó?” Al comenzar a hacer esto cada día, cada día, cada día, a medida que comienzas a cuestionarte a ti mismo, “¿Por qué he nacido? ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy pasando por esta experiencia? ¿Quién está pasando por esta experiencia?” cuanto más lo haces, y cuanto menos reaccionas a tus condiciones, más pronto despertarás.
   
 Así que despertar no es algo que tienes que buscar. Despertar no es algo que alguien te puede dar. Despertar es tu verdadera naturaleza. Es tu verdadero Yo. Tú ya estás despierto, pero crees que estás dormido. Crees que eres un ser humano, crees que todas tus experiencias son reales. Y si vas un poco más alto, crees que todas tus experiencias son kármicas. Pero no hay karma, y no hay experiencias. Tú eres brillante y resplandeciente tal como eres. Pero si quieres jugar al juego del karma, puedes hacerlo. Es un juego.

     Entonces, ¿de dónde viene el karma? Lo creaste con tu mente. Tú creas tu propio destino. Y sigues regresando una y otra vez, y otra, y otra, y otra, y otra vez, teniendo todo tipo de experiencias, hasta que en un siglo a partir de ahora, o mil millones de años a partir de ahora, te cansas de jugar el juego. Y dices: “Espera un minuto. Me parece que estoy dando vueltas en círculo. ¿Alguna vez se acabará?”
Y luego, finalmente, te preguntas, “¿Para quién es el juego? ¿Quién cree en su humanidad? ¿Quién cree en sus experiencias ? ¿Quién es el que parece sufrir o quién es el que parece ser feliz?”

     Recuerda que la felicidad humana y el sufrimiento humano son dos caras de la misma moneda. No hay ninguna diferencia. (Ley Universal de polaridad: cada cosa son polos opuestos de una misma cosa). Uno se cansa de todo el asunto. Así que te planteas la pregunta, “¿Para quién es este karma? ¿Para quién es este mundo? ¿Para quién es este juego? ¿Quién tiene que pasar por estas cosas?”… Pero en vez de hacer esto la mayoría de la gente va a los psiquiatras, a los psicólogos, a los predicadores, a los sacerdotes y demás, a buscar respuestas. Estamos buscando respuestas por medios externos, y nunca puedes obtener una respuesta a tus problemas o cualquier cosa del mundo, porque el mundo cambia continuamente. Una vez la respuesta puede ser de una manera y en otro momento la respuesta puede ser de otra manera, según las circunstancias, dependiendo del momento.

     La verdadera respuesta está dentro de ti mismo. La solución está dentro de ti. Sin embargo lo haces incorrectamente cuando estás tratando de resolver un problema con otro problema, que es tu mente. No puedes utilizar tu mente para resolver un problema, porque para empezar tu mente es la causa del problema. Y no puedes pedir a nadie más la solución, ya que están utilizando su mente para darte la solución de lo que ellos piensan que es correcto. La respuesta por supuesto es conocer tu Ser. Cuando enfocas la atención en el Ser, el problema se resuelve automáticamente. ¿Cómo enfocas tu atención en el Ser?  Preguntándote “¿Qué soy yo?” o “¿Quién soy yo?”

     Cuando algo sucede en tu vida que deseas cambiar, no trates de cambiar lo que te está molestando, porque si lo haces, va a surgir en otro lugar. Ve directo a la fuente.

     “¿Cuál es la fuente de mi depresión? Yo soy. Yo estoy deprimido.
     ¿Quién es el yo que está deprimido? ¿De dónde viene?”

     Nunca respondas. Sólo ten una actitud de escucha cuando haces la pregunta, y la respuesta viene y dices: “La depresión viene a mí. Yo la siento. Yo la tengo”. Entonces tienes que darte cuenta de que es el “yo” quien la tiene, porque acabas de decir “yo la tengo”. Así que el “yo” tiene el problema, no tú.
   
     Es siempre tu yo-personal el que tiene el problema. No tiene absolutamente nada que ver contigo. Sólo la comprensión de esto, te despierta.

     “Yo” no es el Ser. El yo-personal es el ego.

     Así que cuando dices: “Yo no me siento bien, yo no me siento feliz, yo estoy preocupado”, o cualquier otra cosa en la vida, incluso cuando dices “yo me siento bien, yo me siento estupendamente”, sigues hablando de tu yo-personal. Y tu yo-personal es parte del mundo de la dualidad. Por lo tanto, cuando dices “yo me siento bien por la mañana”, la primera cosa que venga que no te guste vas a decir “yo me siento mal”. 

      El yo está separado de ti. Tú no tienes nada que ver con el yo.

   Cuando estés deprimido, cuando te sientas de mal humor, cuando sientas que algo está mal, cuando te sientas enojado, etc, pregúntate “¿Quién siente esto? Yo”. Y luego te das cuenta de que, “yo, no tiene nada que ver conmigo”.

     Tu perfección siempre está brillando. Tú eres la consciencia pura. Tú no eres el yo-personal. Deja que el yo-personal tenga todos los problemas que quiera. No tiene nada que ver contigo. Pero observa por ti mismo, conviértete en testigo del hecho de que el yo-personal tiene el problema, y no tú. Eso es todo lo que tienes que hacer. Sólo observa y mira, inteligentemente, y ve de dónde viene el problema.
Entonces te preguntas, “Si el yo-personal tiene este problema y no yo, de dónde viene el yo-personal?”. O puedes simplemente decir: “¿Quién soy yo?” o “¿Qué soy yo?”

     Nunca respondas, y te darás cuenta de que algo muy interesante comienza a suceder cuando llegas a esa etapa. Te darás cuenta de que comienzas a sentirte mejor y mejor y mejor, e incluso comienzas a reírte de ti mismo.

    ¿Por qué?  Porque vas a la fuente de tu yo-personal. Y la fuente de tu yo-personal es la realidad absoluta, la consciencia. Lo que significa, que tu yo-personal no existe. Nunca existió. Es una ilusión óptica.

     Tú no tienes un yo-personal. Y si no tienes un yo-personal no tienes ninguno de los problemas que vienen con él. Esto significa que tú no eres el fenómeno cuerpo-mente. Tú no eres el hacedor. No eres el sufridor. No eres la persona que crees que eres. Ya que todas estas cosas están unidas al yo-personal, y si este yo desaparece, todo desaparece con él, y tú devienes totalmente libre.

     Entonces empiezas a sentir omnipresencia, porque tu verdadero Ser no es personal. Tu verdadero Ser es el Ser del universo. Tu verdadero Ser es todo. Todo es el Ser.

     Te das cuenta de que tu cuerpo es una especie de impresión en el Ser, pero no tiene poder por sí mismo. Ni siquiera existe. El Ser existe. La consciencia existe por sí misma y no como el cuerpo.

     ¿De dónde viene el cuerpo?

      Si el cuerpo no existe, ¿por qué lo veo?

     Pregúntate a ti mismo: “¿Quién lo ve?” y volvemos de nuevo al yo-personal. Porque la respuesta es, “yo lo veo. ¿Quién soy yo?” Has vuelto otra vez al yo-personal.

   
     Si el yo-personal se ha ido, no hay cuerpo, no hay mente, sólo hay consciencia. Pero siempre que creas que hay un cuerpo, hay un yo-personal.

     Por consiguiente no puedes decir: “Yo soy la consciencia apareciendo como un cuerpo”. Eso es erróneo. La consciencia no aparece como ningún cuerpo. No tiene por qué. La consciencia es siempre conciencia pura autosuficiente. Es algo de lo que ni siquiera podemos hablar, porque no hay palabras para describirla. Es algo que tienes que descubrir por ti mismo.

     No tiene nada que ver con tu cuerpo. No tiene nada que ver con tus experiencias. No tiene nada que ver con el karma. No tiene nada que ver con Dios. No tiene nada que ver con el universo. No tiene nada que ver con la auto-realización o la liberación. Simplemente es. Y está más allá de nuestro pensamiento finito. No hay palabras para describir el infinito.

    Basta con que te deshagas de todos tus conceptos de cuerpo, mente y yo. Todo ocurrirá por sí mismo.

      Tu trabajo consiste en eliminar el concepto del “yo”.

     Tu trabajo consiste en deshacerte de la idea de que tú eres un cuerpo, y que eres una mente, y que eres un hacedor.

     Prueba este experimento por la mañana, cuando te levantes y acabes de abrir los ojos y salgas de la cama, no pongas ninguna atención a ti mismo como un cuerpo. En otras palabras, simplemente vuélvete totalmente consciente (mindful), al igual que se enseña en el budismo. Obsérvate a ti mismo levantarte de la cama. Obsérvate ir al baño. Obsérvate lavarte los dientes. Tu cuerpo hará todo sin tu ayuda. Es solamente cuando te identificas con el cuerpo, o como el cuerpo, que los problemas comienzan. Pero si no te identificas con el cuerpo serás feliz. Porque la felicidad es tu verdadera naturaleza. Realmente feliz. No feliz porque algo salió de la manera que te gusta. Serás feliz-feliz por ninguna razón. Simplemente serás feliz. Simplemente sentirás una alegría innata.

     Tu cuerpo se ocupa de sus propios asuntos.

    Cuando te sumerges totalmente en el Ser, te conviertes en algo difícil de explicar, ya no eres tu cuerpo, has entrado en el cuarto estado de consciencia, más allá de la vigilia, más allá del dormir, más allá del soñar. Has expandido tu conciencia.

     No tienes que tener miedo de perder algo si entras en el cuarto estado de consciencia.

     Tu cuerpo seguirá siendo el mismo, en cuanto a las apariencias se refiere. Harás un mejor trabajo que nunca antes en tu vida. Serás más cariñoso. Serás más amable. Tendrás una gran compasión en lo que a tu cuerpo se refiere. Sin embargo, te darás cuenta de que, “Yo soy el Ser”. (“Yo soy”, es el Ser).
“Yo soy el que (yo) soy”. Quedará muy claro para ti y harás que tu vida sea simple. No encontrarás ningún defecto. No reaccionarás. Serás simplemente el Ser, y serás más feliz de lo que nunca lo has sido en tu vida.

     No hay nada que tengas que abandonar. No hay nada que tengas que perder. Algunas personas piensan que te volverás asqueado del mundo, y que te convertirás en un ermitaño. Eso no es cierto.

     Para volverte asqueado del mundo, tiene que haber alguien ahí que se vuelva asqueado. Y si no hay nadie en casa no puedes estar asqueado de nada.

     Así que cualquiera que se acerca a ti y te dice: “Yo estoy iluminado y odio el mundo. Ya no tengo nada que ver con la gente. Voy a vivir ahora por mi cuenta”…, no puedes más que sonreírles, y darte cuenta de que están peor de lo que estaban antes, porque todavía hay ahí un yo-personal (ego).

    Un ser auto-realizado puede estar en cualquier lugar. No le importa el lugar donde vive. Puede estar en el mercado y ser tan feliz como si estuviera viviendo en un ashram. No hay ninguna diferencia.
   
      Él está en casa en cualquier parte que esté y siempre está lleno de alegría. Puede estar en Irak y ser bombardeado. No le importaría. ¿Es bombardeado?, pues es bombardeado; ¿no lo es?, pues no lo es. No hay preferencias. Todo está bien y todo se desenvuelve como debe.

     Recuerda que tu verdadera naturaleza es luz, consciencia. No estás tratando de ser auto-realizado, simplemente quieres deshacerte de las cosas que te dicen que no lo eres.

     Porque alguien te ha dicho, o has leído en un libro, o debido a una práctica que has hecho, que para estar liberado tienes que poner fin al sueño. Y te das cuenta de que todo es ilusión y quieres que termine. Así que pones la práctica lo primero en tu vida. Y lo primero en tu vida es lo que eres.

     Si quieres liberarte y despertar a tu Ser, entonces negarás todo lo que tenga que ver con el yo-personal (ego). No trates de cambiar las cosas físicamente (mentalmente). Todo comienza y termina en tu mente.

     Comienza por preguntar o buscar el yo, ¿dónde se va cada noche cuando te vas a dormir? ¿A dónde voy yo? ¿Y de dónde surge?

     En cuanto te despiertas, en ese instante, no hay yo, pero en cuanto tomas consciencia de todos tus problemas, todas tus preocupaciones, todas tus cosas del mundo, el yo se ha despertado. Yo siento esto, yo siento lo otro, yo siento todo. ¿Dónde estaba el yo antes de eso? ¿Adónde se fue antes de que despertaras? Y cuando te estás quedando dormido, lo mismo, el yo te abandona. ¿Adónde se fue? Y te quedas profundamente dormido sin el yo.

    Cuando piensas en estas cosas, cuando reflexionas sobre el yo, esto es pura meditación. Esta es la más alta meditación, seguir al yo hasta su fuente.

   ¿Quién necesita esas cosas mundanas? ¿Quién sufre cuando se han perdido? ¿Y quién se siente feliz cuando las tienes?

     Observa tus apegos. Sé consciente de lo que realmente eres.

   Mira lo que más te molesta, lo que más te enoja, lo que te hace enfadar, lo que te perturba. Obsérvate a ti mismo. Y siempre date cuenta de que lo que le está ocurriendo al yo, no eres tú. Tú no eres el yo. Eres consciencia. Eres la Realidad Absoluta. Esa es tu naturaleza real.

   Y la forma de descubrir tu verdadera naturaleza es siguiendo al yo-personal hasta su fuente. Encontrar la fuente de donde surge el yo, y encontrar la fuente donde el yo desaparece. Al practicar estas cosas estás practicando pura meditación, y serás libre.

El verdadero Jnana (Conocimiento)


         
Mâ Ananda mayi






    No puede haber verdadero gnana sin verdadera bhakti; esto es, no puede haber comprensión sin rendición final.

     La rendición absoluta es la comprensión total.

domingo, 15 de julio de 2018

Comenzando con una observación (U.G.Krishnamurti)

       Si piensas que puedes leer y entender este escrito, te equivocas. «Cualquiera que viene y me escucha e intenta comprender lo que estoy intentando señalar, está perdiendo su tiempo porque no hay manera de escuchar nada sin interpretarlo», dice U.G. Krishnamurti.

     De acuerdo con él, cuando aislamos el sentido del oído, todo lo que existe es la vibración del sonido. Esta vibración es recogida por el tímpano, transferida a los nervios que la llevan al cerebro e interpretada de acuerdo con lo que él llama «nuestro punto de referencia». De esta forma escuchamos nuestra propia traducción de la vibración. Dice U.G., «Esto está bien para una relación con alguien al nivel de «Toma este dinero; dame medio kilo de zanahorias», pero éste es el límite de tu relación, de tu comunicación con alguien».
     
       Tanto si estás de acuerdo con todo lo que dice como si no lo estás, es elogiable realmente intentar escucharlo. Las palabras que salen de él son como granadas lanzadas a nuestro «punto de referencia» amenazando arrancar cualquier cosa en la que creamos. Sus comentarios son devastadores, todavía más para la gente que ha estado escuchando a J. Krishnamurti, a Osho Rajneesh, y para aquellos que se nutren de una atmósfera religiosa.

      U.G. puede también discutir sobre la física cuántica y los agujeros negros, y sobre Eros y Tanatos. U.G. dice, «No proclamo que yo tenga una visión especial de la naturaleza de las cosas o que entienda el trabajo de la naturaleza más que otra persona. Pero esto es lo que he descubierto por mí mismo. No me preocupa si tú aceptas o no aceptas lo que diga. El que sea o no sea cierto no depende de tu opinión».

     Sus comentarios tienen un sólido anillo de autenticidad y parecen originarse desde una fuente distinta de los pensamientos. Lo que dice hace tambalear los verdaderos fundamentos del pensamiento humano. El que sus observaciones respecto a temas como Dios, el Amor, la Iluminación, la Mente, la Meditación, la Muerte y la Reencarnación, muy frecuentemente tengan sabor de blasfemia y bordeen la herejía, es otro asunto.

     La historia de U.G. Krishnamurti tiene todos los ingredientes de una novela. Un episodio de su vida conduce a otro sin ninguna secuencia sistemática. Cuando llegó a la edad de 49 años hubo un repentino cambio. Le pasó algo—a lo cual llamó «calamidad», para ayudarnos a comprenderlo—cuando se dio de bruces con el «estado natural» en el que, con sus palabras, «Cualquier cosa que el hombre haya dicho, sentido o visto—de hecho toda la cultura heredada—-fue expulsada de mi sistema».

      Pero, de acuerdo con U.G., esto no era lo que él había deseado. El esperaba una tierra espiritual de ensueño, tan elocuentemente alabada por los hombres santos, tanto falsos como genuinos. La atmósfera religiosa formó parte de su crecimiento. U.G. nació en 1918 en el seno de una familia brahmín de clase media en Andhra Pradesh. Su madre murió después de su nacimiento, a los siete días. Al morir dijo que su hijo había nacido para algo «inconmensurablemente elevado». El abuelo materno de U.G. tomó estas palabras seriamente y lo educó en una atmósfera ascética.

     Sin embargo, un pequeño episodio constituyó un punto clave en la vida de U.G. Su abuelo estaba una vez meditando temprano por la mañana cuando fue molestado por los lloros de un niño. El viejo hombre estaba tan enfadado que pegó al niño brutalmente.

      La incongruencia y brutalidad de la escena tuvo un impacto traumático en la tierna sensibilidad de U.G.

    Se dijo a sí mismo, «Si esto es de lo que trata la meditación, no vale para nada«. Tiró su hilo sagrado (*) y amenazó con marcharse de la casa. Después de esto la vida U.G. fue un experimento con la verdad. Una insaciable hambre lo consumía para saber si había algo tras las abstractas declaraciones de los mal llamados hombres espirituales.

    Se encontró con varios maestros incluyendo a J. Krishnamurti y Ramana Maharshi y practicó las meditaciones tradicionales. Agotó todos los recursos posibles para llegar a la «tierra prometida» y al final desprovisto de esperanza cayó en la total desesperación.

   
Al cumplir cuarenta y nueve años estaba sentado en un banco mirando el verde valle y los abruptos picos de Oberland en Suiza. Y de repente se le ocurrió, «He buscado en todas partes tratando de dar respuesta a mi pregunta «¿Existe la iluminación?», pero nunca he cuestionado la búsqueda en sí, porque he asumido que la iluminación existe y que había que buscarla. Sin embargo, es la misma búsqueda la que me ha estado obstaculizando y manteniendo fuera de mi estado natural».

    Se dijo a sí mismo, «No existe una cosa tal como la «iluminación» espiritual o psicológica, porque no existe ni espíritu, ni psique. He sido un estúpido toda mi vida buscando algo que no existe. Mi búsqueda ha terminado».

    Su hambre voraz por encontrar la tierra de hadas prometida por profetas y maestros espirituales, se consumió. El acontecimiento tuvo manifestaciones en su cuerpo. Le sucedieron muchos cambios físicos que asombraron a los médicos y a sus amigos. Después de esto su vida se convirtió en una vida en la que no había «Ningún pensamiento para el mañana, ni ninguna añoranza del ayer».

    De acuerdo con U.G., la pena y la alegría existen sólo en los dominios de la mente. El cuerpo no está interesado ni en una cosa ni en la otra. Su único interés es sobrevivir a los desafíos cotidianos que encuentra momento a momento.

   Los comentarios de U.G. son enigmáticos y si se escuchan sin estar ante él pueden ser interpretados como un producto de un intelecto superior, o la letanía de un loco. Sus palabras desafían el marco lógico al que estamos acostumbrados. U.G. descarta la posibilidad de cualquier experiencia que no sea a través del conocimiento. De acuerdo con él, es el conocimiento el que crea la experiencia y es la experiencia la que a su vez refuerza el conocimiento. «Conocimiento» no tiene ninguna implicación metafísica o epistemológica. Simplemente: algo es una silla o una mesa, o una sensación es placentera o dolorosa. De hecho, incluso el proceso de reconocer y asignar un nombre a algo es parte del conocimiento, y la operación final es llamada «pensar».

    Lo que nos distingue a nosotros de U.G. es que ese conocimiento que opera a través del proceso del pensar se da en un estado sin impedimentos en U.G., mientras que en nosotros hay una corriente constante de actividad pensante. Independientemente de si nos gusta o no nos gusta, nuestra mente está constantemente lanzando un pensamiento detrás de otro en diferentes tamaños colores y formas. U.G. dice que a través de este constante pensar estamos manteniendo la continuidad de lo que llamamos el «yo» o «ego».

   En U.G. la continuidad de pensamientos se ha roto. Los pensamientos le vienen de una forma ilógica sin seguir ninguna secuencia. Sólo piensa cuando hay una necesidad de experiencia. De otro modo, lo que hay es sólo la sencilla actividad de los sentidos, el continuo estímulo-respuesta. De modo que es la continua actividad del pensar la que fabrica la ilusión del «ego» o «yo». No hay sentimiento de «ego» o de «yo» dentro de él.

   U.G. dice que el completo dominio del organismo físico por parte de lo que se denomina «conocimiento» tiene la fuerza que le dan millones de años. El conocimiento que opera en forma de pensamiento ha construido un imperio paralelo en contradicción con los caminos de la naturaleza. Pero sutilmente el pensamiento conoce su naturaleza efímera y el miedo a su existencia fugaz le impulsa a erigir una maravillosa estructura de cultura, civilización, religión y política, de diferentes instituciones y valores que gobiernan nuestras vidas y, de hecho, de cualquier cosa que podamos concebir.

   Todas estas facetas de la vida humana no son más que medios a través de los cuales los pensamientos intentan garantizar su propia permanencia. En otras palabras, lo que llamamos «yo» o «tú», es el pensamiento buscando su perpetuación a través de innumerables actividades. U.G. dice que sólo cuando, por algún milagro o extraña circunstancia, el organismo vivo queda libre del dominio absoluto del imperio creado por el pensamiento, puede el cuerpo, con su extraordinaria inteligencia, liberar al ser humano a fin de que pueda «caer» en su estado natural.

    Pero de acuerdo con U.G., uno no puede usar la voluntad propia o emplear una disciplina rigurosa para llegar al estado natural. Ese estado está más allá del campo de la experiencia. U.G. frecuentemente describe su situación de esta manera: « ¿Cómo sucedió? No lo sé. ¿Qué es lo que pasó? No lo sé. ¿Sucedido algo?» Dice que lo que le ha sucedido es de tal magnitud que no puede ser compartido por nadie, y que el estado natural no puede ser expresado o contenido en pensamientos. De aquí que, «No hay comunicación posible y no es necesario diálogo alguno».

    ¿Qué utilidad tiene el mal llamado «estado natural» para la gente que no está funcionando en él? La pregunta es, al fin y al cabo, planteada desde una perspectiva no-natural por mortales que están buscando una panacea para todos sus problemas. Paz y felicidad es lo que todos buscamos, y el «estado natural» de U.G. no nos ofrece ninguna experiencia de algo similar. Así que lo que nos queda es nuestro punto de vista sobre la persona, dependiendo de nuestros prejuicios y condicionamientos. Llámalo un fraude, o un fenómeno de la naturaleza, pero cuando te encuentras próximo al remolino de la presencia de U.G., te quedas aturdido. Tus expectativas y opiniones quedan aniquiladas. Te queda preguntarte cuál es el origen del que nacen sus declaraciones. Oculto tras su aparente forma humana yace algo que desafía toda descripción: ni mente, ni alma; sólo el cuerpo.

                 N. del T.- Hilo sagrado distintivo de la clase de los brahmanes

jueves, 5 de julio de 2018

«Yo soy Eso», pero...

Adyashanti
        Yo soy Eso, pero... tengo que ocuparme de mí mismo, sanear mi vida, profundizar, ser más consciente, estar aquí y ahora, sumirme en el silencio, salvar el planeta, exteriorizar mis emociones, pensar en positivo, establecerme en el estado del «testigo», sentirme lleno de dicha, encontrar un gurú, ser útil, encontrarle sentido a la vida, tranquilizar la mente, realizar buenas obras, deshacerme del ego, alcanzar la madurez, ser más práctico, iluminarme, encontrar a mi alma gemela, organizar una ceremonia, recibir iniciación, permitirme sentir...

       A fin de cuentas, ¿quién soy yo para llevarte la contraria? Si no te importa, mientras te ocupas de todo eso, voy a tomarme un té y a leer el periódico.

Lo que ya existe

      Lo que existe, ahora mismo, es perfección: el presente no surge de ningún pasado ni conduce a ningún futuro. Todo aparece en el momento presente en la consciencia en forma de representación teatral.

      Puede que ese aparente personaje individual se dedique al desarrollo personal, a la vida espiritual o a cualquier otra cosa a lo largo de su vida, pero la claridad de lo que eres es lo único que socava la búsqueda del Despertar o de ser algo distinto de lo que ya existe.

Claridad, lo evidente

      La obra teatral de la vida no consiste en una creación aparte que tú contemples y presidas. Tú, Conciencia, aparece en este momento en forma de obra teatral, estás completamente despierto y, por tanto, no puedes despertar. Siempre eres evidente para ti mismo: nunca estás oculto.

      Los personajes de esa obra de teatro no son unos individuos con existencia propia: eso es sólo mera apariencia. Los personajes son tú mismo loándote a ti mismo, inmerso en la gran representación de la vida, jugando a buscarte, reconociéndote en tu interior y como la manifestación de tu obra de teatro.

      Este mensaje sobre la claridad no reviste ninguna importancia ni tiene ninguna relevancia sobre ningún otro papel de la representación. No tiene ni mérito ni objetivo. No se propone que tú te encuentres a ti mismo.

      Con la claridad, todo esto —tu aparición actual en forma de obra teatral con su miríada de formas, el reconocimiento de la no necesidad de todas las cosas— resulta evidente. Ahora mismo, tú eres Conciencia, con la forma de un personaje de tu obra de teatro. Tal vez creas que necesitas que te lo confirme. Olvídate, relájate: tú ya eres Eso.

            Con todo tu cariño para ti mismo.

martes, 3 de julio de 2018

Conciencia

                  Eres Conciencia, Unidad, lo único que es, la fuente y la aparición de todo: todo lo que aparece, surge y desaparece en la consciencia. Eso es lo único que sucede siempre. La gente pasa, las nubes pasan, las conversaciones continúan, los pensamientos surgen y desaparecen: todo se desarrolla en este momento en la consciencia.

Esta aparición en forma de personaje es, de por sí, la perfecta expresión de Unidad. No se necesita que nada cambie para nada: no se necesita ningún «Despertar» ni ninguna «Iluminación» — todo eso no es más que el guión de una obra de teatro —. Ya, de por sí, no hay más que «estar despierto» en Unidad, tanto si uno está embelesado por el juego de las imágenes como si descansa en el reconocimiento de su propia naturaleza.

Todo lo que aparece en el presente, ya sea corriente o extraordinario, constituye el contenido de la consciencia. La consciencia y el contenido son lo mismo: Conciencia. Tú eres Conciencia: despierta, consciente y, en este momento, adopta la apariencia de todas las cosas.

El espectáculo de la vida

    Vista desde la claridad, la vida tiene el aspecto de una gran representación teatral. Tú —Conciencia— representas todos los papeles y, como eres parte del guión, los sueles representar sin conocer tu verdadera identidad. Sin embargo, a veces y dentro del espectáculo, se produce un reconocimiento de tu propia naturaleza.

      Cuando te implicas como un personaje de la representación sin reconocer tu verdadera naturaleza, adoptas el papel con total seriedad, lo que, aparentemente, da lugar a que surjan todos los dramas de la vida. Cuando se representa un papel en el que se produce el reconocimiento de tu verdadera naturaleza, se percibe la representación teatral como tal.

     Cuando tu auténtica naturaleza resulta evidente, el personaje no desaparece en un abrir y cerrar de ojos, y tampoco se pone una túnica naranja y acoge discípulos ni enseña verdades «espirituales», aunque todo eso también es posible dependiendo del papel que el personaje tenga que desempeñar en la representación. Es probable que el personaje mantenga la apariencia que tenía antes del reconocimiento y que siga llevando lo que en la obra teatral se considera una vida corriente. Ni siquiera es necesario que el personaje le cuente a nadie lo que ya resulta evidente. Esta obra teatral no tiene otro propósito ni otro objetivo que no sea el de aparecer en este momento. Es tu pasatiempo cósmico. Tú eres tu película. No tiene existencia propia sin ti.

                                                                        La vida tal y como es

   Cuando se deja de tomar en serio ese relato conceptual de que la vida se prolonga en el pensamiento más allá del contenido actual de la consciencia, se produce una relajación de forma natural. La identificación con el «yo» o con la sensación de individualidad no es más que una apariencia en la consciencia, un añadido a la aparición de la imagen corporal.

      Permitir que la vida sea tal y como es —a diferencia de esforzarse por acabar con los pensamientos o con el «yo», o por «iluminarse»— permite que la búsqueda desaparezca de forma natural. En esta obra de teatro, cualquier esfuerzo por desprenderse del «yo» sólo sirve para reforzar la identificación con él.

      Descansar en la vida tal y como es no constituye el fin de la vida física corriente al provocar un estallido de Iluminación en forma de fuegos artificiales mágicos. Los pensamientos siguen brotando, la vida continúa, pero sin el lastre de la complicada búsqueda de la Unidad. En lugar de constituir una búsqueda de la Plenitud, la vida pasa a constituir una expresión de Plenitud.

     Tú eres Conciencia. Sea cual sea tu apariencia actual, ya es perfecta de por sí, incluida cualquier forma de identificación con el «yo», así como cualquier búsqueda de despoja-miento del «yo». La vida, desde el punto de vista del personaje, no es más que el juego de las apariencias en la consciencia, del que no existe ninguna obligación de despertar. Lo único que existe es «estar despierto».


Vida espiritual

     Para la claridad, la vida espiritual no reviste especial importancia: simplemente forma parte de la película de la vida. Sin embargo, suele confundirse con un requisito para alcanzar la claridad a causa de lo que, en esa representación, aparece como la evolución del individuo, que progresa hacia etapas más «elevadas» o refinadas de la vida.

    El personaje corriente, que se ocupa de los asuntos cotidianos de la vida humana, puede interesarse por la religión o el desarrollo personal; puede comenzar incluso a buscar la Iluminación o desarrollar un interés por el no dualismo. No obstante, esta progresión no es necesaria para que la claridad aparezca: la claridad puede aparecer en cualquier momento y en cualquier personaje de la representación. Ninguna etapa aparente de esa representación teatral que es la vida puede producir claridad y, en ese sentido, el conocimiento advaita no tiene una capacidad especial para crear una situación de claridad superior a la de cualquier otra faceta de la representación.

     La vida espiritual se basa en la presunción de individualidad y en la fusión con el todo como objetivo a alcanzar. Consecuentemente, en la representación de la vida se despliega una diversidad de exóticos métodos y técnicas para alcanzar ese proyecto de reunión, para que el individuo «se purifique», para deshacerse del «yo», para iluminarse...

  Lo que, en cada etapa dé la búsqueda, no suele entenderse es que el individuo —papel protagonizado por ti, que eres Conciencia— ya es lo que anda buscando: no hay nada que pueda convertir al buscador en algo más de lo que ya es. La búsqueda, así como todos los métodos y las técnicas empleadas, existe por la misma razón que existe cualquier otro papel de la obra: surge por el mero hecho de surgir, simplemente es parte de la obra.

    La claridad no establece «requisitos» espirituales. La Conciencia en forma de una persona sentada en la postura del loto, visualizando una luz azul en los genitales, imaginando que inhala el universo en el plexo solar al respirar, cantando om y ascendiendo por la columna vertebral hacia el loto de los mil pétalos no tiene más oportunidades de fusión que la Conciencia en forma de un drogadicto metido en un gueto. En ambos casos, la Conciencia ya está perfectamente presente, por lo que la fusión no es ni necesaria ni posible.

    La vida espiritual impone muchas condiciones al individuo «impuro» y «separado» de la Totalidad: formas especiales de meditación, conductas adecuadas, ceremonias, dietas, una determinada conducta sexual, la destrucción del ego, la cesación de los pensamientos, alcanzar la quietud, entregarse al gurú...

   La Conciencia, al ser ya Conciencia en todas y cada una de las formas en que aparece, no tiene ninguna necesidad de seguir una dieta vegetariana, de mantenerse soltero, de practicar sexo tántrico, de hacer meditación o de tener un gurú. La Conciencia ya es todo eso. Si surge un interés por los cantos, la meditación, la dieta vegetariana o el sexo tántrico, genial, pero eso no te va a ayudar a reconocer lo que ya eres.

    La atención del personaje puede enfocarse en planos y en ámbitos exóticos: puede ver el incesante proceso de creación y disolución del universo a nivel atómico y experimentar la eterna y extasiante unión cósmica de Shiva y Shakti. Sin embargo, cuando regreses, ¡no te olvides de ir a trabajar, de pagar el recibo de la luz y de limpiar el váter!

   Tú, Conciencia, también apareces en tu obra teatral en forma de los diversos individuos que representan el papel de profesores, maestros o gurús. En algunos casos, puede que haya tenido lugar o que se siga produciendo un acontecimiento trascendental que el individuo considera su «Iluminación». Si el individuo seguía aún gurú o practicaba determinadas enseñanzas antes de ese acontecimiento, es posible que transmita a sus seguidores que las creencias y los métodos que tenía entonces constituyen «la verdad».

    Como parte de la obra teatral, puede que algunos de esos «maestros» puedan inducir experiencias insólitas en los discípulos mediante la transmisión de energía, lo cual suele generar en el discípulo una fuerte atracción por el «maestro». No hay nada malo en todo eso: todo eso constituye la perfección de la obra teatral. Sigue con ello, diviértete. Nada de todo eso conduce a la claridad.


lunes, 2 de julio de 2018

¿Qué es la Filosofía Advaita?

        En este artículo vas a poder leer una introducción sobre los orígenes del Advaita, sus fundamentos filosóficos y sus implicaciones en tu vida diaria. Finalmente, podrás encontrar una lista de libros y vídeos recomendados.

       La palabra Advaita significa literalmente "no-dualidad". Esta filosofía está en la base de todos los caminos que llegan hasta el final de la búsqueda: el Vedanta, el Zen, el Sufismo, el Taoísmo, el Tantrismo, los Místicos Cristianos, etc. Adi Shankara es considerado como la referencia primordial de la antigua doctrina Advaita. Más recientemente surge la figura de Ramana Maharshi, principal
referente en el siglo XX.

     Otro referente es Sri Nisargadatta Maharaj, cuya visión está reflejada en el libro Yo soy Eso. Nisargadatta fue el Maestro de Ramesh Balsekar, el cual ha tenido mucha influencia en la comprensión del Advaita en Occidente, siendo, a su vez, el Maestro de modernos maestros occidentales del Advaita como el americano Wayne Liquorman (Ram Tzu) quien se expresa con desnuda claridad y en un lenguaje completamente occidental y carente de los tradicionales términos hinduistas que predominan en el Advaita oriental. 

      La afirmación de que la Realidad es Una o, literalmente, "no-dos", tiene implicaciones filosóficas y cotidianas muy importantes con respecto al libre albedrío, la responsabilidad y el papel del ego. Vamos a verlas...

      El Advaita en un nivel cotidiano: tú no eres el autor. La consecuencia práctica más importante del principio de "no-dualidad" es la que remarcó Maharshi acerca de que el individuo es el "hacedor" pero no el "autor" de las cosas que hace. El individuo como entidad separada, independiente y autónoma es considerado como una mera idea: algo ilusorio. Por lo tanto, los actos que comúnmente se atribuyen al individuo son obra de esa "no dualidad", llamada frecuentemente Ser, Vida, Tao, Unidad o Conciencia.

      Una de las consecuencias en la vida diaria es que, si realmente vas sintiendo que no eres el autor de lo que sucede ni de tu propia personalidad -que no fue creada ni elegida por ti, sino por la Vida-, puedes relajarte e ir aceptándote al tiempo que aceptas a los demás tal como son: con sus luces y sus sombras inherentes al plano dual en el que vivimos. 

      El hecho de que sea la Conciencia la que realiza todas las acciones del Universo -incluidas las que son llevadas a cabo por individuos que creen ser independientes del resto- cuestiona el libre albedrío (realmente uno es libre de hacer lo que quiera pero, ¿elige uno aquello que quiere?), la responsabilidad moral (más allá de la responsabilidad de vivir las consecuencias en el mundo de los actos que suceden a través de uno), el karma (que existe por el hecho de que toda acción tiene
consecuencias pero que no deja de ser algo impersonal),...

      Esta filosofía tiene muchas más implicaciones a nivel cotidiano que escapan a la extensión de este texto pero que podemos discutir juntos en el próximo taller que realizaré o que puedes ampliar en los libros y vídeos que te muestro al final de esta página.

      El Advaita en el plano filosófico: el buscador es lo buscado. A nivel filosófico el Advaita afirma que tú no estás separado de la Vida en todas sus formas: el mundo, los otros o de la Fuerza que te ha creado. Esto parece totalmente incompatible con la experiencia sensorial que vivimos ya que vemos, no sólo dos, sino infinidad de formas separadas unas de otras empezando por nuestro cuerpo.

     Esta falsa apariencia nos parece tan real debido a la función mental de conceptualizar, que consiste en definir y para ello dividir en partes lo que no está dividido. Así, cuando la mente abandona el proceso de conceptualización, la realidad de ser uno se revela, sin dejar dudas, como un hecho puramente objetivo. Ante la pregunta fundamental «¿quién soy yo?», la respuesta es la no conceptualización. La expresión «Yo soy» seguida de silencio sugiere esta respuesta. De este silencio se deduce que con las palabras no se puede llegar a la Verdad. Por ello, el Advaita se puede empezar entendiendo mentalmente pero, si
la comprensión es profunda, inevitable y progresivamente va a ir llegando al corazón y a las acciones cotidianas para finalmente darnos cuenta de que realmente no hay nada que entender; que el propósito último de la vida es simplemente vivirla con todo su misterio y con la consciencia disponible en cada momento.

Bibliografía recomendada
¡A quién le importa! Ramesh Balsekar
Yo soy eso. Sri Nisargadatta Maharaj
Perfecta Brillante Quietud. David Carse
Escritos Póstumos. Wei Wu Wei
La Iluminación no es lo que crees. Wayne Liquorman
No way. Para los espiritualmente "avanzados". Ram Tzu
La más profunda aceptación. Jeff Foster
Lo que es: el secreto abierto a una vida despertada. Tony Parsons
Ya estás despierto. Nathan Gill
Deseo, pasión y espiritualidad. Daniel Odier
El latido de lo Absoluto. Mooji
Dejar la luna libre. Éric Baret
El final de tu mundo. Adyashanti